lunes, 18 de enero de 2016

El cartero

A un grande de entre los grandes:


Mirada al frente.
Un ojo abierto. Otro soñando.
No durmiendo. Sólo soñando.
Y la noche cayó 
sobre su lecho de rosas rojas y tristes.

Un mal movimiento.
Un mal momento.
Siempre es un mal momento, 
pero la muerte siempre llega sin avisar,
siempre camina sin presumir.

Porque el cartero es el único que llama dos veces,
porque la misiva llegó demasiado pronto.
Y el coche volcó.

No supo cuántas vueltas dio.
Sólo sabía que le dolía la cabeza.
Sólo quería dormir.

Sabía que no era la hora.
Quería que no fuera su hora.
Pero un ojo se durmió
y el otro siguió soñando.

Las estrellas gritaron,
la Luna lloró de pena.
Su pelo dorado se le enredó en la boca,
y la voz en su garganta.

Un cristal le besó la mejilla,
y el retrovisor le cantó una nana
para ahuyentar al dolor.

Llegado el momento sólo quiso dormir...

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