miércoles, 10 de agosto de 2016

Tú eres el tren



Nunca nos dijeron qué fácil podría resultarnos olvidar el viaje que realmente siempre

quisimos hacer por miedo a bajarnos en la parada equivocada. Por no saber dar 

marcha atrás, agarrar la mochila, y acudir a la taquilla a por un nuevo ticket. A veces 

ocurre que por pensar en un único rumbo, pasaremos por alto mil paisajes que 

observar desde cualquier ventanilla. Y que cualquier asiento puede ser el adecuado 

para disfrutar del viaje.


Nunca nos hablaron del cosquilleo de no saber dónde pararán nuestros huesos. De 

cuántos amores despediremos en cada puerto. De cuántos trenes serán testigo de 

una conversación inesperada, de una mirada de reojo, de una nueva canción o de 

una sonrisa que se escape sin pedir permiso al revisor. En algún momento de 

nuestra vida querremos aferrarnos a un trayecto con tanta fuerza, que nos temblarán 

las piernas de tan sólo pensar en saltarnos alguna parada. Pero llegará el día en que 

si uno salta, el otro no tendrá por qué seguirlo.


Nunca nos explicaron que viajar con el macuto medio vacío hará nuestros pasos 

más firmes. Y que lo mejor del camino será ir llenándolo de momentos, ya sean 

amables, peliagudos, fugaces o infinitos. Que podremos aprovechar cada parada 

para deshacernos de un pedacito de tristeza. Y retomar el vuelo. Y cosernos las alas 

si se nos rompen. Pero nunca desandar el camino. Porque nunca nos dijeron que es 

preferible ser veleta que se deja acariciar por el viento, a piedra en el camino. Sólo 

de nosotros depende sacar un billete de ida sin vuelta, pues el punto de no retorno 

puede llegar a ser el lugar más bello que visitar.


Nos dijeron que el tren sólo pasa una vez, pero no nos dijeron en qué estación 

cogerlo…


Pero hoy te vengo a decir que el punto de salida puede empezar en 

cualquier andén, y también puede que sea mejor dejar al tren proseguir su marcha 

en vez de correr tras él, aunque por ello tengamos que soltarnos de la mano. Que 

aunque nunca nos lo enseñaron, a veces perder el tren puede acercarnos a nuestro 

verdadero destino.


Y que si nos limitamos a viajar a un sólo lugar, tan sólo viviremos a medias.