Poned atención: un corazón solitario no es un corazón.
Antonio Machado.
Soledad.
Me dejas fría, maldita.
Punzante, me muerdes.
A quemarropa,
te adhieres a mis sentidos por
no sentirte sola.
Y como la mirada de Medusa,
en piedra me conviertes.
Me arrancas las ganas de todo.
Duelo entre pesadilla y
realidad.
Y yo, garabato de lo que un
día fui,
pues si no recuerdo mal, un
día fui,
hoy no soy capaz de hacer
oídos sordos al silencio.
A tu llamada, soledad,
banda sonora de mis días.
Sórdida estrategia de un
destino
Que no me mira de frente, pero
tampoco titubea.
Y entre sombras, me susurra
cuentos al oído.
Me alumbras y me desvelas.
Disparate que se recrea en la
historia de una historia
Que hace tiempo que carece de
altibajos,
De sustos, de montaña rusa.
De risas nerviosas, de cosquilleos.
De la impaciencia.
De la ausencia y del anhelo
de las tardes de paseo,
de miradas sin censuras.
He cerrado los ojos, y te he
sentido aquí,
tan cercana,
Que he creído rozarte.
En carne viva. En rojo sangre.
Incandescente.
En silencio, moribunda,
Carcomida por la añoranza
Del cariño de un guiño de ojo
desprevenido,
De un murmuro acompasado,
De un suspiro vestido de
sonrisa.
Melancólica, previsible, inevitable,
poco a poco
desvanezco entre tus brazos,
soledad…
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