Aquí os dejo la breve y triste historia de Lucas. Pues qué bien habló aquel que dijo que cada uno recoge lo que siembra...
Una tenue y cansada luz entra por la ventana. Pequeña, adornada por un marco marrón, triste y desconchado. Y muy sucia. Hace tiempo que el viejo Lucas ha perdido las ganas de limpiar. Y de casi todo. En su habitación, abatido, respira sólo porque no depende de su voluntad, pero apenas le pone empeño. Bebe porque el alcohol le alumbra el alma. Llora a ratos, entre trazos de añoranza de una vida que no ha sabido vivir, y nota cómo, fría y húmeda, lenta y desacompasada, se le escurre entre los dedos.
Una tenue y cansada luz entra por la ventana. Pequeña, adornada por un marco marrón, triste y desconchado. Y muy sucia. Hace tiempo que el viejo Lucas ha perdido las ganas de limpiar. Y de casi todo. En su habitación, abatido, respira sólo porque no depende de su voluntad, pero apenas le pone empeño. Bebe porque el alcohol le alumbra el alma. Llora a ratos, entre trazos de añoranza de una vida que no ha sabido vivir, y nota cómo, fría y húmeda, lenta y desacompasada, se le escurre entre los dedos.
Se entretuvo
en el sabor agridulce de las mentiras y el color del dinero. Poderío y caricias
de cinco estrellas.
Y ahora, en
su habitación, evoca arrepentido a la que fue la mujer de su vida. A la que solía comerse a besos. Pero al rato, caprichoso, necesitaba
escupirla y beber de otros labios. Poco a poco, se desdibujó al son de
un espejismo. La resaca se le atragantó en la garganta, y a media voz llama a
su amor Soledad.
Y en su habitación,
una vez más, iluso y desvelado, enciende una vela y hace guardia a la espera de
un final mejor.
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