Sin adornos
ni rimas, hablo del 11-M, y lo primero que se me ocurre decir
es que no perdono.
No perdono a
la devastación. No perdono a la masacre. No perdono a la angustia alojada entre
pecho y espalda de quien vivió en primera fila el desastre. No perdono al
pánico que zarandeo a aquellos que, por un instante, miraron a la muerte de
frente… Ese instante que debió eternizarse…
No perdono a
la sensación de vacío irremediable por la pérdida de un ser querido. No perdono la bomba que truncó el ajetreado vaivén de quien no pudo saber lo
que ocurriría. No perdono al estruendo que ensordeció a quien pasó por Atocha.
No perdono a la crueldad. No perdono a la locura que se sirve de explosivos
para hacerse notar.
No perdono al
que asesina en nombre de ningún Dios. No perdono a las almas empobrecidas, ni a
las mentes desquiciadas. No perdono a los que provocaron tanta congoja
injustificada. No perdono a quien se alimenta del miedo, ni tampoco perdono al
miedo. No perdono al sadismo, ruin y desgraciado. No perdono a los malvados. No
perdono al terrorismo.
No perdono.
No tolero. No comprendo.
Y si, entre
tanta desdicha, he de aplaudir, aplaudo a la sensatez de quien se impone ante
la barbarie. Aplaudo a familiares y amigos que, casi a diario, se secan la
lágrima de la mejilla y sacan una sonrisa del hueco que les dejó un atentado. Aplaudo
a quien, con cierto temor, saca un billete, vuelve al andén y realiza su
trayecto. Aplaudo a quien miró por la ventanilla, quien tuvo la oportunidad de
hacerlo, y se imaginó como el mundo seguiría su curso fuera de aquel tren. Aplaudo
al que se aferró a la vida a pesar de verla escapársele entre los dedos. Aplaudo
al que, herido, intentó levantarse del suelo y no pudo. Aplaudo también al que
no entendió del todo bien lo que ocurría. Y al que no tuvo un segundo para
pensarlo.
Han pasado 12
años desde que la maquinaria chilló. La sangre corrió. La gente se agolpó. Algunos
corazones dejaron de latir. Otros sólo se encogieron. El cielo se vistió de
luto y una parte de todos nosotros se fue con ellos.
Por las víctimas y su
memoria, por favor, no olvidemos.
Ni hoy ni
nunca.
DEP.
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