Qué sorpresa volver a verte
después de dos veranos sin tu
piel morena,
de más noches de las que intentó
aprender a olvidar Sabina,
de ciento veinte tormentas sola
frente al cristal,
de más de dos mil películas sin
la manta que te llevaste.
Después de haber creído cantar
victoria,
quieres que te deje pasar la
noche en esta casa
que se ha derrumbado un poquito
cada día sin nuestro
ruido.
Qué extraño ha sido verte volver,
aquí donde durante tantas noches
habitó el olvido,
a ti, que te fuiste sin que te
echaran,
y ahora vuelves sin que te
llamen.
Qué desconsiderado por tu parte venir
a descoserme
con las tijeras de todo un
artista que eres,
con esa sonrisa caída
y una tierra prometida en una
caja con lazo y tarjeta.
Qué fácil te ha sido meter la
marcha atrás,
y que convencido te veo,
que hasta parece que hayas
olvidado que un día preferiste huir
a escaparte conmigo a cualquier
parte de debajo de las sábanas,
que no te acuerdas del vacío
ni de las risas que rompiste,
ni de que te sobraron cien
excusas y te faltó una verdad.
Qué fácil me lo pusiste
que no tuve más remedio que
deshacerme de un amor
que ni moría ni acababa por
matarme.
Que por librarme del frío,
me acosté,
como diría Joaquín,
con esa amante inoportuna que se llama soledad.
Y ahora,
que lo que fui de ti está muerto,
no me queda más remedio que dejarte
en el cajón maldito,
demasiado ordenador sin tu ropa,
que por mucho que llames a la
puerta,
yo no me olvido del desastre que
dejaste,
ni de la piel que quedó huérfana
de besos,
ni de lo caro que me salió seguir
soñando contigo,
No hay comentarios:
Publicar un comentario